Amazonas
Las amazonas, temibles mujeres, habían peleado contra Hércules, cuando era Heracles, y contra Aquiles en la guerra de Troya.
Odiaban a los hombres y se cortaban el seno derecho para que sus flechazos fueran más certeros.
El gran río que atraviesa el cuerpo de América de lado a lado, se llama Amazonas por obra y gracia del conquistador español Francisco de Orellana.
Él fue el primer europeo que lo navegó, desde los adentros de la tierra hasta las afueras de la mar. Volvió a España con un ojo menos, y contó que sus bergantines habían sido acribillados a flechazos por mujeres guerreras, que peleaban desnudas, rugían como fieras y cuando sentían hambre de amores secuestraban hombres, los besaban en la noche y los estrangulaban al amanecer.
Y por dar prestigio griego a su relato, Orellana dijo que ellas eran aquellas amazonas adoradoras de la diosa Diana, y con su nombre bautizó al río donde tenían su reino.
Los siglos han pasado. De las amazonas, nunca más se supo. Pero el río se sigue llamando así, y aunque cada día lo envenenan los pesticidas, los abonos químicos, el mercurio de las minas y el petróleo de los barcos, sus aguas siguen siendo las más ricas del mundo en peces, aves y cuentos…
Eduardo Galeano
…algunos cuentos de los mares Amazonicos…
El Pirarucu
Pirarucu era un indio que pertenecía a la tribu de los Uaiás. Era un bravo guerrero, pero tenía un corazón perverso, mismo siendo hijo de Pindarô, un hombre de buen corazón, jefe de la tribu.
Egoísta y lleno de vanidades, Pirarucu adoraba criticar los dioses. Un día él aprovechó la ausencia del padre para tomar indios de su tribu como rehenes y ejecutarlos sin ningún motivo.
Tupã, el dios de los dioses, decidió castigarlo llamando a Polo diós del fuego, para que lanzara su relámpago más poderoso por toda la tierra. También convocó Lururaruaçu la diosa de los torrentes, y ordenó que provocase la más fuerte tempestad sobre Pirarucu. Cuando
Pirarucu recibió las primeras ondas en el río se reía a carcajadas y lanzaba frases de
desprecio. Entonces Tupa envió a Xandoré, el demonio que odia a los hombres, para
lanzar los relámpagos a Pirarucu; éste intentó escapar, pero cuando corría entre los
árboles un rayo atravesó su corazón, pero él, se resistía a pedir perdón. Todos los que
estaban con Pirarucu corrían a través de la selva terriblemente asustados, en cuanto el
cuerpo del Pirarucu aún vivo fue arrojado a las profundidades del río Tocantins donde
se transformó en un gigante y escamoso pez. Pirarucu desapareció en las aguas y nunca mas retornó, sin embargo por un largo tiempo fue el terror de la región…
El Boto
Cuentan las leyendas que en las noches de fiestas en los pueblos que existen a lo largo de las riveras de Amazona y sus afluentes, suele presentarse un joven atractivo, de buen hablar y fácil baile, enamorando a las chicas bellas, provocando la envidia de los chicos presentes al acaparar a las más hermosas y provocando la rabia en las chicas no tan agraciadas, a las cuales no toma en cuenta. Mientras dura la fiesta, el joven juega balón y cartas con los chicos y nunca pierde; bebe todo el licor que se le brinda, mas nunca parece sentir los efectos del alcohol; de tanto en tanto, mientras dura fiesta, los juegos y los bailes, el joven sale a refrescarse, regresando luego con la cabeza toda mojada. A medida que la noche avanza y la fiesta termina el joven sale, sin que nadie lo note, acompañado por alguna de las hermosas jóvenes; ambos terminan a la orilla del río, donde hacen el amor apasionadamente, al levantar el alba, el joven se separa de la amada y de dirige al río para bañarse, ella lo acompaña; y con los primeros rayos del sol el joven desaparece bajo las aguas, y al lado de la chica sólo hay un boto o delfín rosa que la acompaña en el baño. Nueve meses más tarde la joven da a luz a un niño de padre desconocido; al que se le llaman hijo del boto, y hay muchos hijos de los delfines en las orillas del río…
No hay comentarios:
Publicar un comentario