Embarcamos rumbo Portovelho...
Después de pasar unos dias de reconocimiento por Manaus, y de decidir cambiar el rumbo hacia las tierras peruanas, nos embarcamos en un viaje por el rio Madeira, un afluente del Amazonas, el cual llegará hasta Perú convierténdose en el Madre de Dios. Navegamos contracorriente, a una velocidad de 16km/h, por lo que nos llevará unos cuantos dias de viaje. Nos avisan que conviene llegar pronto al barco a coger sitio para poner nuestras hamacas, que nos serviran de cama durante los próximos 4 dias.
Al llegar encontramos un buen lugar en el piso de arriba, en compañia de unos argentinos y unos franceses, que serán nuestros compañeros de risas y juegos de cartas durante los largos dias por el Madeira. Un a vez se empieza a acercar la hora de la salida del barco, empezamos a ser abasallados por personas que quieren ocupar un sitio con su hamaca. El resultado es un autentico caos de pies, brazos, hamacas, bolsas, una autentica lata de sardinas colgante.
Compañeros de viaje...
Durante el viaje vivimos de todo, puestas de sol y atardeceres sin respiracion, charlas sobre rutas con los demas, tardes jugando a cartas con todos, musica bachata y cumbia de 10 de la mañana a 2 de la noche, cine al aire libre, brasileños borrachos tirando latas al rio...
Durante la travesia, vimos monos, alcones, peces suicidas y arboles milenarios, delfines grises y rosas, llamados Botos y de los cuales cuentan unas bonitas leyendas...
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